Podemos irrumpió con extraordinaria fuerza en el panorama político consiguiendo ser la formación más votada en Euskadi tanto en las elecciones generales de 2015 como en las de 2016, con más de 335.000 votos. Para que los lectores se hagan una idea, el tsunami morado entró con tanta fuerza que no solo desplazó al PNV sino que además logró más votos que la suma de socialistas y Bildu. Sin embargo, en tan solo tres años el deterioro ha sido muy grave. En las generales de abril y noviembre de 2019, los de Pablo Iglesias lograban aquí la mitad de los votos conseguidos por el PNV.
Durante estos tres años se ha producido una transformación ideológica llevada adelante conforme a parámetros de la izquierda tradicional. Como resultado de ese proceso se puede decir que el espacio inicial de Podemos se ha transmutado para convertirse en algo más parecido al espacio político tradicional de IU, aunque más grande y con un liderazgo mejor, como afirmaba Errejón.
En un intento de frenar la tendencia a la baja, Elkarrekin Podemos ha optado ante las elecciones del 12 de julio por situar como elemento estratégico de su proyecto proponer un gobierno tripartito de izquierdas para desbancar al PNV. Aunque aparentemente parece ofensiva, realmente es una estrategia defensiva, pues lo que pretende es parar la pérdida de votos que puede darse hacia Bildu y PSE. De ahí que el objetivo pretendido podría utilizarse como arma arrojadiza en campaña frente a la respuesta ambigua o escapista que va a recibir de sus posibles aliados, nada interesados en que tal cuestión sea el elemento nuclear de campaña.
Elkarrekin Podemos, conocedor de las dificultades, se atribuye para sí el papel de intermediario, de puente entre el PSE y Bildu. Es un planteamiento delicado y sobre todo arriesgado para la propia Podemos, pues cuando un partido interioriza que debe aparecer ante el electorado resaltando que su función principal, su valor añadido, es servir de puente para que otros se pongan de acuerdo, ha dado el primer gran paso para dejar de ser necesario para una buena parte de su electorado. Los puentes son para transitarlos, pero pocos se quedan a vivir en ellos.