La portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua.www.eldiario.es/zonacritica |
En la jerga política anglosajona se conoce por "to shoot oneself in the foot". En español, se dice "pegarse un tiro en el pie". Y es esa capacidad que tienen algunos para autolesionarse en el momento más inesperado. Por estupidez, por miedo, por inseguridad, por incapacidad o por confiar ciegamente en su pericia para engañar a todo el mundo al mismo tiempo sin temor a ser descubierto. Algo así podría decirse de todo lo que ne anunció recién terminada la votación del miércoles en el Parlamento.
Le ha pasado al Gobierno. En realidad, a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias porque ni sus propios ministros estaban al tanto de la treta. Tan solo lo conocían Echenique y Lastra , que abrazaron un acuerdo parlamentario con EH-Bildu y que ha tenido la habilidad de soliviantar a la vez a Cs, al PNV, a ERC, a la CEOE, al PSOE y a Bruselas. Y todo por ocultar a unos lo que se pactaba con otros. Con nada más y nada menos que con Bildu.
Todo lo que se supone que aconteció la noche del martes sobre la reforma laboral acordada con la formación abertzale es de esos episodios políticos inexplicables, no solo porque no tiene justificación razonable a la vista, sino porque en la búsqueda de respuestas nadie dice toda la verdad sobre el asunto.
Lo que sí dejan son demasiadas pistas sobre cómo se ejerce el poder en momentos tan críticos para el país y, sin duda, si alguien se pensaba que en política lo había visto todo, este tipo de "sucedidos" mantienen abiertas las puertas a casi todo.