Todo el mundo presiona para hacer una desescalada rápida. Nervios en el ambiente. Y era fácil que los políticos que tienen la última palabra hubieran podido caer en el error de dejarse llevar por este clima favorable al desconfinamiento. Aun así, hemos visto todo un abanico de posturas.
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Por un lado lo que ha sucedido en Madrid, donde el Gobierno regional ha admitido que ha antepuesto el criterio económico al sanitario y ha solicitado que la comunidad pase a la fase 1 de desescalada a pesar de que el riesgo de un rebrote en la zona es real tal y como evoluciona la pandemia. La directora general de Salud de la comunidad, Yolanda Fuertes, prefirió dimitir antes que firmar la orden de desconfinamiento. Dos posturas absolutamente distintas dentro de una administración dirigida por un gobierno rabioso y enloquecido. Menos mal que la última decisión todavía quedaba en personas más sensatas que anteponen salud a economía.
Por otro lado Cataluña, donde no siempre el criterio del Govern ha sido el más coherente, como así ha quedado registrado desgraciadamente en estos últimos años, sí que ha dado ahora una respuesta prudente que parece mucho más sensata. Aquellas zonas con menos casos de contagiados pasan a la fase 1, y las áreas de mayor riesgo siguen aún en la fase 0.
Por un camino u otro, ambas capitales, Madrid y Barcelona, mantienen juntas su lucha contra el virus y muestran la dificultad de encararlo. Y aunque no haya sido algo voluntario ni buscado por ninguna de las dos, el calvario que empezaron juntas parecen destinadas a pasarlo igualmente en la fase de desconfinamiento. Mis mejores deseos a ambas.
Por un camino u otro, ambas capitales, Madrid y Barcelona, mantienen juntas su lucha contra el virus y muestran la dificultad de encararlo. Y aunque no haya sido algo voluntario ni buscado por ninguna de las dos, el calvario que empezaron juntas parecen destinadas a pasarlo igualmente en la fase de desconfinamiento. Mis mejores deseos a ambas.