Apenas se conoció la muerte de Diego Maradona, volvieron a recordarse los enormes tramos oscuros de su biografía.
Maradona, que en su vida ha reconocido errores y debilidades, ha tenido denuncias por violencia de género y una lista de hijos e hijas cuyo reconocimiento se dio tarde y, en algunos casos, solo por vía judicial.
Sus propias contradicciones se han extendido a las contradicciones de sus seguidores y, particularmente, de sus seguidoras, en un país que ha sido pionero en las luchas feministas, que es maradoniano como ningún otro y que a veces encuentra en ambas cosas un dilema de difícil resolución.
Pero lo visto estos días desde una visión ajena a dioses y Dioses, tanto monta, monta tanto, de lo acontecido en las calles de Buenos Aires puede deducirse en primera instancia lo triste que es ver a gente humilde, de escasos recursos, idolatrar a un rico, insultantemente rico, de vida muy poco ejemplar, por quien matarían y a quien consideran casi el único aliciente por el que levantarse e ir a trabajar, en el mejor de los casos, todos los días.
Y no creo que haya que callarse para respetar `el dolor popular´, ese dolor popular que, con todos los respetos, me resulta poco creíble, sobre todo cuando el `respeto del dolor popular´ implica convalidar la construcción de un sentido que dice que adoramos como ídolos a quienes expresan en sus prácticas, entre otras muchas cosas repugnantes, al patriarcado violentando mujeres y niñas”.
bluradio.com/maradona-era-un-dios-sucio-pecador
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