El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

viernes, 27 de noviembre de 2020

Un dios sucio, pecador, el más humano entre los dioses.
Y unos seguidoes, con perdón, especialmente aborregados y serviles.

Apenas se conoció la muerte de Diego Maradona, volvieron a recordarse los enormes tramos oscuros de su biografía. 

Maradona, que en su vida ha reconocido errores y debilidades, ha tenido denuncias por violencia de género y una lista de hijos e hijas cuyo reconocimiento se dio tarde y, en algunos casos, solo por vía judicial. 

 Sus propias contradicciones se han extendido a las contradicciones de sus seguidores y, particularmente, de sus seguidoras, en un país que ha sido pionero en las luchas feministas, que es maradoniano como ningún otro y que a veces encuentra en ambas cosas un dilema de difícil resolución.

Pero lo visto estos días desde una visión ajena a dioses y Dioses, tanto monta, monta tanto, de lo acontecido en las calles de Buenos Aires puede deducirse en primera instancia lo triste que es ver a gente humilde, de escasos recursos, idolatrar a un rico, insultantemente rico, de vida muy poco ejemplar, por quien matarían y a quien consideran casi el único aliciente por el que levantarse e ir a trabajar, en el mejor de los casos, todos los días.

Y no creo que haya que callarse para respetar `el dolor popular´, ese dolor popular que, con todos los respetos, me resulta poco creíble, sobre todo cuando el `respeto del dolor popular´ implica convalidar la construcción de un sentido que dice que adoramos como ídolos a quienes expresan en sus prácticas, entre otras muchas cosas repugnantes, al patriarcado violentando mujeres y niñas”.

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