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martes, 24 de noviembre de 2020

La escuela pública no adoctrina, al contrario de la privada. Y los padres no mandan en una educación libre y democrática.

Es un espacio sometido a la ley, con seguridad jurídica y sin privilegios, en el que los docentes deben atenerse a los contenidos curriculares, pero con verdadera libertad de cátedra. Hay docentes de derechas y de izquierdas, católicos, ateos, protestantes, musulmanes o budistas. 
Es indignante que la derecha mediática presente a la escuela pública como una institución adoctrinadora según el gobierno de turno, como una RTVE cualquiera en manos del Partido Popular, para sostener a continuación que el reino de la libertad es el de los colegios en los que los profesores no son libres porque deben someterse a los dictados ideológicos de los dueños.

Tiempos espesos, estos. Es insólito que los que defienden los privilegios de la iglesia católica heredados del franquismo lo hagan a gritos de libertad, libertad, en el Congreso. 
Una democracia de ciudadanos libres e iguales forma a sus niños y adolescentes en la escuela pública.
Es la misma para todos, como en Francia o Finlandia, independientemente del poder adquisitivo o el pedigrí de las familias.
Es una escuela democrática, con libertad de cátedra y sujeción a un programa de estudios ilustrado y asentado en la universalidad del saber y el imperativo categórico.
Es libre y plural porque hay pluralidad de docentes y pueden expresarse libremente dentro de los obvios márgenes que permite el currículo.
Es plural porque son plurales los alumnos, que se agrupan sin distingos de clase o ideología, y sus familias.
Es la escuela de todos y para todos, y de ningún modo un instrumento ideológico del partido en el gobierno.

Se sabe que a la mayoría de los padres que envían a sus hijos a colegios católicos subvencionados con fondos públicos lo que menos les importa es la línea ideológica de los centros; lo que buscan es un recurso para poner a salvo a sus hijos de la conflictividad asociada a una escuela pública que va quedando de reducto de la clase obrera depauperada y precarizada, precisamente por la política de segregación que implica el mantenimiento artificial e innecesario del sistema de conciertos.
Libertad, libertad, y quieren decir que la política educativa debe defender los intereses del tercio social privilegiado.

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