en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Lo malo del borbonavirus es que resulta muy contagioso y la reina Sofía y algunos de los nietos ya presentan síntomas.


En España la pandemia del coronavirus llueve sobre mojado, porque ya estábamos más que acostumbrados a esos virus infecciosos que pululan desde el entorno de la corona: los Albertos, los Javier de la Rosa, los Prado y Colón de Carvajal, los Mario Conde, los Urdangarines. Es decir, toda la alarmante variedad de afectados por la atmósfera viciada de la Zarzuela.

Evocando siempre la sacrosanta Transición democrática y su innegable modernidad, hay un artículo en la Constitución Española que conecta directamente la jefatura del estado con un grimorio medieval: "La figura del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad".

Ignorábamos que, aparte del cortafuegos jurídico, esa fórmula tiene también una lectura psicológica, como si los próceres de la patria que la redactaron sospecharan que un rey es como un niño de ocho años, que puede hacer lo que le dé la gana y luego pedir otra ración.

Lo malo del borbonavirus es que resulta muy contagioso y la reina Sofía y algunos de los nietos ya presentan síntomas. A las partidas dedicadas en los presupuestos generales del estado a los gastos de esta peculiar familia, ahora hay que añadir los sobrecostes de las tarjetas opacas y lo que te rondaré, morena. Es el precio de mantener dos monarquías, una de ellas en B.