El problema de las críticas de la derecha a la nueva ley de Educación es que son falsas. Dicen cosas de la ley que la ley no dice.
Ni desaparece la Educación Especial ni queda desprotegido el español ni se coartan las libertades de nadie.
¡Libertad, libertad!, gritaban aporreando el escaño en el Congreso la semana pasada y el cláxon en la mani sobre ruedas del fin de semana.
Protestan porque la Ley Celáa potencia la escuela pública frente a la concertada y elimina las cuotas obligatorias de ésta, dando pie a que ingresen hijos de familias más desfavorecidas.
Lo que llaman libertad es que todos paguemos sus privilegios y que sus hijos no se mezclen con los hijos de la plebe. Son liberales a costa del Estado y clasistas a costa de las demás clases.
Es muy significativo que PP, Ciudadanos, Vox, PNV y JxCat, partidos que no pueden ni verse en todo lo demás, han dejado de lado sus banderas para unirse en la defensa de la concertada.
Las razones son sencillas: el 70% de los centros concertados son de la Iglesia, el otro 30% de empresas privadas, muchas de corte conservador y ultraconservador. Religión y dinero, ésas son sus verdaderas banderas.
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