en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 10 de noviembre de 2020

La derrota electoral del Gran Mentiroso nos va a obligar a respirar hondo hasta asumir que la pesadilla empieza a diluirse.


Él sigue mintiendo sin parar en twitter, pero quienes en todo el mundo se dedicaron a copiar sus modos y maneras, a tenor del éxito que a su ídolo parecían proporcionarle tanto los "fakes" como la desvergüenza y el insulto, empiezan ya a recular. 

"Gobierno ilegítimo ¿recuerdan?, Sánchez dictador y asesino, Iglesias imputado, la tarjeta de Dina, el informe Pisa, ministros y ministras amigos de terroristas y de independentistas peligrosos". Esto solo es una muestra de las mentiras aireadas a los cuatro vientos en nuestro país durante el último año, porque con el raca-raca llevan desde que Podemos obtuvo cinco diputados para el Parlamento Europeo, hace ya seis años y medio. ¡Cansinos! 

Mentiras, mentiras, mentiras en el hemiciclo del Congreso cada semana, mentiras a sabiendas en primera página de los periódicos dirigidos, es un decir, por Rosell, Marhuenda, Rubido-Quirós. 

Mentiras del siniestro Inda en su panfleto desestabilizador y en las múltiples tertulias donde continúan otorgándole cancha. 

La caída de Trump quiero creer que puede ayudar a que estas prácticas disminuyan, prácticas que tienen distintas caras, porque hay muchas maneras de mentir, de desinformar, de confundir. 

Medio mundo lleva varios días suspirando aliviado, con la esperanza de que la caída del Gran Mentiroso americano conlleve un cierto efecto dominó. Lo necesitamos. El populismo ultraderechista y la mentira, su principal seña de identidad, tienen que empezar a desinflarse. Puede que este sea un buen momento para ello.